martes, 2 de diciembre de 2014

SE ES ANTES DE “HACERSE”

Lo que no es, para ser, tiene que ser hecho por aquello que ya es. Lo que no es no puede hacerse, puesto que nada ocurre por espontaneidad, sino que todo es resultado de la confluencia positiva de los factores que determinan el proceso transitivo del estadio no-ser al ser. 

lunes, 28 de julio de 2014



(foto aporte de la autora)

Lo que ví, en un poema
Livia Díaz


Ehécatl  sopló hacia el Ágora
miró los símbolos,  los elementos
que nos dan  identidad
Vió dentro de la semilla
El origen del árbol  que produjo este nombre
Tu corazón  huasteco y totonaco
Las partes de tu  semilla
El este y oeste de tus  manos
Las herramientas laboriosas que te  hacen mujer
hembra y madre

El seńor del viento
escuchó al  trueno
escuchó  sentado
Escuchó señor
tabaco y  fuego
en torno a la piedra   central de tu mitografía

Miró  a través de la tela de algodón
A través del hilo  rojo
A través  de la vidriera que te contuvo
Hilo y agujas  y maíz

El  seńor pasó a sentarse a su lado también
todos agradecieron  a los antiguos
tu presencia
Dieron el permiso necesario para el  silencio
mientras tu poeta deletreaba el resto de los elementos

Los elementos invitados
los elementos a  los que diste voz

Habló el agua el 28  de junio
te dijo: ven
Y habló el sol
“Nos falta luz”
y llegaste con la lluvia y volviste
tridimensional  ese espacio,
como museo.
Corrió el afluente  entre voces silentes

yo lo ví:
Los miles de indios muertos
sin nombre
sin mancha
sin número
Estuvieron presentes
y fuimos testigo

Tu nombre será rescatado, por siempre  
Guillermina pasó a Ortega
y nos  dió el fruto hoy aquí
Todos los hermanos vimos que
el pasado colectivo indígena
tiene futuro

A pesar de los farsantes
de los parias
de los ignorantes

La huasteca saltó al totonacapan
y fue bien recibida
en la capital, por tus iguales mestizos

Los dioses siguen expectantes
Miras acá
miran allí:
Ven la raíz

Tu verso sigue migrando
La tierra cantó en Xalapa
dijo el nombre de tu monte
a tus escuelantes
necesitados de amor  
Dolientes de cariño sincero



29 de junio de 2014; 
Xalapa, Veracruz, México.



Livia Diaz, Mexico 1965; poeta y periodista de oficio.

martes, 13 de noviembre de 2012


sentado en la ceniza

i

el día en que nací
la noche en que mis padres me engendraron
que los dos se conviertan en tinieblas
y se borren del cómputo del año

por qué no me morí en mi nacimiento
y en cambio me acunaron y me dieron
por alimento la leche de mi madre

ahora yacería sin conciencia,
dormiría en el polvo, igual que duermen
los que no conocieron la desdicha

bajo la hierba descansa el malvado
y los presos ya no escuchan los gritos
que dan los carceleros, y el sirviente
no sufre las insolencias de su dueño

para qué ven la luz los infelices
los que ansían la tumba como un bien

ahora los gemidos son mi pan
son agua mis lamentos

ii

si pudiera pesarse tu dolor
si pudiera ponerse tu desdicha
como se pone el trigo en una báscula
entonces comprobarías que son
más gravosos que la arena del mundo

llegaste hasta este día
desmenuzado como un pan,
como una sábana que el viento
arrancó de sus cordeles

las saetas de dios están clavadas
en tu carne y destilan un veneno
que corrompe tu espíritu
                                          
                                           si al menos
de una vez te aplastase, si soltara
su mano y te partiera, si tus labios
cosiera antes de que puedan maldecirlo

iii

no soy yo quien podría consolarte
mi alma está asqueada de la vida

por qué dios te recrimina, acaso ve las cosas
como las vemos los hombres, son sus años
igual que nuestros días, por qué acecha
tu culpa, por qué busca tu pecado

sus manos te moldearon y luego
cambiando de parecer te destruyen

ya no se acuerda que te hizo de arcilla
y en poco tiempo volverás al polvo

por qué no lo maldices de una vez
y te echas a morir en la ceniza


cáscaras de la memoria

a pocos kilómetros de aquí
en medio de un cuartel por el que a veces paso
cuando voy atravesando la autopista
existe un muro carcomido por la luz

quizás el tiempo
lo haya ya derribado, pero está intacto
en mi interior

contra ese muro estoy sentado
con mi uniforme de fajina, rascándome
los piojos bajo el sol

es una falla en la memoria
un agujero que cuela la miseria
que me ensombrece y me arrastra hacia el pasado
cuando iban irremediablemente
hacia esa nada cósmica mis días

ese muro en el que los soldados apoyábamos
a veces las espaldas, tal vez perdure
después de tantos años en el mismo
lugar, sólo yo me he movido

o tal vez no esté allí, tal vez
me haya seguido encalado en la memoria
hasta este patio de colegio, hasta esta paz
del hombre que envejece

como deshecho de algo
que quiso ser redondo y luminoso


la fidelidad de las palabras

ninguna compañía ha perdurado
tanto como la de las palabras

las he llevado
bajo el brazo como a un libro entrañable
a viajar por otras tierras

las he metido
en los lechos del amor y en los lechos
de las convalecencias

las he requerido
en días de completa libertad e incluso
cuando vivía en un pozo de sombras

quizás no fueron la mismísima alegría
pero al menos sí su presagio, el de una dicha
que alguna vez será

siempre conmigo, brotando como el dibujo
de una mancha de humedad en la pared

buscando materia para nombrar
almácigo para multiplicarse

aquí están también ahora
en esta hoja que alimentan

Carles Martín Gaite nació en Barcelona en 1954, pero vivió varios años fuera de España por razones de familia. Se licenció en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Ha dictado cátedras y conferencias en varias universidades españolas y ha sido lector de español en el Reino Unido y Alemania. Ha conducido programas literarios en radio y actualmente ejerce la docencia en Barcelona. Además de numerosos trabajos críticos sobre autores españoles e hispanoamericanos, y en especial sobre Pere Gimferrer, Manuel Caballero Bonald y Luis García Montero, ha escrito libros de poesía en castellano y en catalán: Textos para un curso de verano (1985); Palau d’Hivern (1992); Llum de tardor (1994); L’alt amor (1999); y Poesía 1985-2000 (2001). En 2011 integró el jurado del Premio Internacional “Federico García Lorca”. Ha dedicado sus últimos trabajos a la obra del escritor argentino Guillermo Pilía: Guillermo Pilía en la poesía española y Tren de la mañana a Talavera. Una visión poética del tema de los toros en la narrativa.


lunes, 5 de diciembre de 2011

Artículo aparecido el 25 de noviembre 2011, en la revista Ellas de la Prensa

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En la mente de Cuevas

Vannie Arrocha Morán

Conrado Cuevas. Su hija murió a puñaladas -infligidas por su ex novio- hace dos años. Desde entonces se le ve en las actividades que exigen seguridad y respeto para las mujeres con su cartelón “Alí somos todas".

Hoy el blanco ya predomina en su cabello. Es alto (1.80 m aproximadamente) y delgado. A sus 54 años aún luce apuesto. Sus ojos son una mezcla de gris y verde; pero cuando recuerda la forma en que murió su hija, las venas capilares de sus ojos revientan; su mirada parece fuego.

Pudo haber muerto de una sola puñalada, pues de las 26 que recibió, 11 eran letales, asegura Conrado Enrique Cuevas Zelaya, basado en el informe forense que leyó.

El cuerpo de su hija, la méxico-panameña Alí Cuevas, estudiante de Letras clásicas de la Universidad Autónoma de México, no soportó el castigo que le propinó su ex novio Osvaldo Morgan Colón, tan solo unas horas después del 19 de septiembre de 2009, día en que ella había cumplido 24 años.

Ese mismo año, en Panamá, los asesinatos de mujeres de forma violenta ascendieron a 80; y Alí Cuevas Castrejón se convirtió en una de las mil 200 féminas asesinadas en México, el país natal de su madre.

El padre. En el tiempo en que a Puerto Armuelles, Chiriquí, también le sonreía la bonanza, por sus fincas bananeras, nació Conrado Cuevas (1957). A pesar de que en su infancia gozó de varios privilegios por ser hijo del mandador de la finca, de adolescente trabajó junto a los peones y se inscribió en el sindicato de trabajadores apenas su edad se lo permitió.

A los 27 años se trasladó a México a estudiar ingeniería industrial. Allá conoció a la estudiante de economía Sonia Castrejón Mata y se enamoraron. Al año siguiente la pareja tendría su hija.

Debía nacer en octubre, pero el terremoto de 8.1 mw (magnitud de momento sísmico) que sacudió a México en la mañana del 19 de septiembre de 1985, provocó que el parto de Sonia Castrejón se adelantara.

En 1987, Conrado Cuevas regresa a Panamá y trae consigo a su nueva familia. Se hizo activista contra la dictadura del general Manuel Antonio Noriega; por ello aún tiene incrustrada una bala en la columna.

Esta es la parte más relajada de la entrevista. Su rostro no se tensa ni su voz se hace esperar. “Como a todo el mundo a mí me agarraron preso. Me hirieron, me torturaron. Varios amigos míos murieron”.

“Mi hija se encontraba con mis padres. El G2 me amenazó de que iba a matar a la niña. Ella era lo único que tenía. Hablé con mi familia y decidimos enviarla a México, porque tomábamos la amenaza de esa gente en serio”.

La nueva familia -Sonia, Conrado y Alí- se volvió a reunir en México. Cuando el istmo recobró la democracia, Conrado Cuevas quiso regresar a su país. “Sonia veía más futuro en México.

Yo quería volver. No nos quedó más remedio que hacer una separación amistosa, aunque nos siguiéramos queriendo. Pero nuestros intereses eran diferentes. Para nosotros lo más importante fue que cada uno se realizara como quería”.

La crianza de Alí. “Nunca permitas que nadie te pegue, que nadie te humille.

A pesar de que se criaba en una sociedad machista como la mexicana, nosotros -su mamá y yo- le decíamos que ella podía hacer lo que quisiera”, expresa el chiricano.

“Ella era una feminista y a mí me enorgullecía”, cuenta Cuevas. ¿Cómo se explica que una mujer que cree en la igualdad de derechos y el respeto hacia la mujer haya sido víctima de femicidio?

Por sus conocimientos, Alí tuvo exceso de confianza, pensó que sabía cómo lidiar con hombres violentos, opina su padre.

Por su parte, él se autodefine como un hombre respetuoso de la mujer. “Mis parejas lo pueden decir, yo he sido muy respetuoso. Pienso que una pareja es una decisión mutua. Cuando el amor se acaba... El amor eterno no existe. Todo cambia”.

Además de Alí Cuevas, Conrado Cuevas es padre de tres hijos, frutos de dos uniones posteriores.

La mala noticia. “Conrado, nos han avisado de que Alí murió en un accidente”, le avisan vía telefónica en la noche del domingo 20 de septiembre. El vocero fue el padre de Conrado, abuelo de Alí Cuevas.

Al día siguiente estaba en ciudad de México. “La mitad del rostro la tenía cubierta con una gasa, me imaginé que no era un accidente”.

“Díganme la verdad, yo soy su padre”, cuenta que preguntó.

Como la mató el novio, “eso en México se ve como algo vergonzoso”. Es decir, que si el hombre la agredió fue porque ella lo engañó o hizo algo que lo provocara.

Según Cuevas, el homicida Morgan indicó como provocantes que Alí le dijera: “Chaparro. Ya no te quiero. Ya no quiero estar más contigo”.

Alí, con sus 26 heridas de arma blanca, fue encontrada en la cocina del apartamento de Osvaldo Morgan, quien había hecho una fiesta de cumpleaños para su ex novia. Según algunos medios de prensa, la pareja apenas tenía dos semanas de haber terminado la relación; su madre sustenta que ya tenían tres meses separados.

Explica su padre que “la costumbre de los mexicanos es que antes de salir de una casa, después de una fiesta que se hace en tu honor, ayudas a limpiar como agradecimiento”.

“Los peritos concluyeron que la primera puñalada fue en el ojo izquierdo y que se desmayó por el dolor e impresión de perderlo”. Añade que no se encontró piel en las uñas de la méxico-panameña, lo que se interpretó como que no opuso resistencia, hecho que contradice la versión de Morgan, quien señala que atacó a Alí en defensa propia.

Por qué. Sus palabras salen de su boca a cuenta gotas, cuando expresa cómo lo dejó la muerte de su hija. “Moralmente destruido. Me deprimió muchísimo tener que enterrar a mi hija. Luego una depresión y una gran inseguridad”. Que un agresor le haya robado la vida a Alí, lo ha vuelto sobreprotector con sus hijos, porque “si le pasó a Alí con toda su seguridad, firmeza...”.

Han pasado dos años desde la muerte de su primogénita, tiempo que él ha utilizado para empaparse de la lucha de género y para tratar de comprender por qué se genera esta violencia cruel contra las mujeres.

“La escuela te va creando un concepto de supremacía masculina”, advierte que las conversaciones de niñas son muy diferentes a las de los varones.

Cuando lee sobre los asesinatos a mujeres por parte de sus parejas registra que la barbarie se explica como “si ella te hace algo, enséñales, que te respeten”. El ensañamiento -según Conrado Cuevas- es para “aleccionar a las vivas”, sobre todo a las mujeres que “pretenden ser críticas, autónomas”.

“Para mí, el femicidio es terrorismo de género”, opina el hombre que confiesa que antes de la muerte de su hija no conocía el término femicidio.

Al cabo de 61 minutos la entrevista terminó. En una de las salas de espera de La Prensa, lo esperaban su pareja la historiadora Dania Batista y sus dos hijos menores, Nadia, de 11, y Guillermo, de 6 años.

Todas son Alí. Hoy, 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, en la ciudad capital se realizarán dos marchas para conmemorar este día promulgado por Naciones Unidas en 1999.

En ambas marchas estará presente Conrado Cuevas, con su cartelón “Alí somos todas”.

“No vamos a revivir a mi hija, pero podemos evitar que se repitan casos como este”, opina el ingeniero de 54 años. “Hay personas que se me han acercado. Una mujer me contó que tenía una relación violenta, terminaban y regresaban. ‘Cuando supe lo que le pasó a tu hija, me dio valor y rompí”.

Cuevas manifiesta que se necesita una ley de Estado para combatir este delito.

“Hoy yo veo como hipócrita luchar por los derechos humanos y no luchar por los de la mujer”.

lunes, 29 de agosto de 2011


A proposito de un POEMA DORMIDO,
de Lil Maria Herrera, en su libro "Di-versos, poemas traviesos"
(ADVERTENCIA: teclado anglosajon)


Los suenos no tienen dueno. Claridad y transparencia en el duermevela a que nos induce la poesia cuando, en un estado pleno de conciencia alterada por la poesia misma, ensonamos la relacion ludica a que se entrega quien explora el significado del concepto en la lirica y acepta como verdadero el enunciado poetico:

"El sueno sin dueno
esta dormido."

Del sueno de Dios nacen los mundos, segun antiguas y actuales cosmogonias hinduistas; del aliento de la divinidad dormida, en numero incontable. Se nos dice tambien que entre los pueblos del desierto australiano se atesora la nocion de que el mundo se recrea desde el sueno colectivo de la humanidad y, en las fuentes hebreas, donde abreva el mundo cristiano, Dios mismo (Genesis 1:27) reconoce que nos ha hecho a imagen y semejanza suya, con lo cual se nos reitera y afirma la capacidad creativa de mundos ideales y concretos a traves de lo onirico y lo ludico.

"Mi duena tiene sueno
y yo
poema suyo
quiero mecerla como en sus dias de infancia
en la hamaca idilica de sus paisajes interiores
a que se abandona cuando de hablar en versos
se trata."
parece decirnos el poema, y es porque Lil toma la palabra por su filo y con ella abre caminos hasta la fruta en el jardin de la poesia. Es, tambien, por la poeta concibe como dones inalienables de la humanidad todos los elementos (agua, mariposa, aire, viento en movimiento, flor y paisaje, entre muchos) que juega en la ronda a que nos convoca, como propiedad de nadie, como bienes inapropiables sino por breves instantes cuando quien lee, entra al juego. En este ambito no hay jueces, arbitros ni capataces, crueles en la administracion de las reglas y los castigos, justamente porque cada quien sabe que hacer para que la alegria sea repartida equitativamente entre quienes juegan. Esa es la metafora que veo en esta diversidad poetica que nos entrega Lil Maria, para que conozcamos, quienes aun no lo sabemos, la puerta de ingreso al alegre mundo en que converje el misterio poetico y la felicidad humana. Gracias, poeta por compartir.



martes, 16 de agosto de 2011

Un poema de EDGARDO GARRIDO PÉREZ, poeta panameño, biólogo de profesión, radicado en Alemania...

YO LAS QUIERO

Porque tienen esas caderas, esos labios,

y aquellos también, y el pedacito,

porque miran, porque no miran, por el pelo,

por la cintura, por las manos, por los pechos,

por la impudicia, por la calma, por el silencio,

por la palabra y el grito, por el llanto también,

y también

por el reproche mensual y sin sentido,

por la risa, por el baile, por la cama,

por la alfombra, por la hamaca y por el piso,

por la mesa, por la estufa, el escritorio,

por el aroma caliente, por el verano eterno,

los muslos de primavera, el sabor a fruta,

la piel irresistible, el pálpito salvaje,

por los pezones, por la voz ansiosa,

temblorosa, directa, rendida pluma,

y porque tienen

ese pegadito bien rico entre las piernas,

yo las quiero.

No importa de qué edad, de qué tamaño,

color, sabor, religión o envoltura,

o si tomaron la píldora o les está cambiando la vida,

yo las quiero.

No importa si se fueron,

si parieron, si sufrieron,

no importa si no me quieren,

no importa si se mueren,

si no aprendieron a maquillarse o si lo hacen,

si tienen cayos o usan zapatillas de cristal,

si tienen lentes, si les falla un ojo,

si se hicieron la cesárea o tienen patas de gallo,

si les gusta Neruda o Radio Caracas Televisión,

no importa si son negras, si son blancas,

no importa si tienen la regla, si les falta,

no importa si son chinas, no importa si son sirenas,

si son las indias bellas y silvestres

o las guerrilleras del Mediterráneo

-con o sin Gurka!,

no importa si son brujas, si son santas,

no importa si son monjas, si son putas,

si casadas o solteras, no importa!

viudas, queridas, feministas, presidentas,

biólogas de campo, intelectuales, barrenderas,

doctoras en Derecho Islámico, Virgen María, galletas maría!,

rectoras de universidades, matronas de burdeles,

que vengan a pie descalzo o en litera,


no importa cómo vengan,

yo las quiero.



Edgardo Garrido Pérez

edgardoga@hotmail.com

martes, 29 de marzo de 2011

YA BASTA de esconderse en el pobre loco iluminado que va por los caminos repartiendo caramelos a las flores.